lunes, 10 de mayo de 2010

Mi confrontación con la Docencia

Mi profesión de origen es la Licenciatura en Psicología, carrera en la que realicé tres orientaciones: Psicología Clínica (consultorio, prácticamente); Psicología Organizacional (relativa a los fenómenos intramuros en la empresa) y Psicología Educativa (que tiene que ver con las manifestaciones psicológicas en espacios educativos).
Comencé a trabajar como docente en el verano de 2004 en Plantel Conalep Arandas. Las condiciones por las que inicié esta aventura son muchas: desde siempre había tenido la inquietud de compartir parte de mi formación con las personas, además me ha gustado conocer gente, estilos de vida e ideas. Ahora que miro hacia atrás y recuerdo mi primer grupo, 50 jóvenes tan solo un año menor que yo en edad, y la asignatura ‘Metodología de la Investigación’, me doy cuenta de que realmente fue una de las mejores decisiones que he tomado.
Actualmente, el hecho de saberme profesor me hace sentir muy orgulloso y contento; al mismo tiempo pienso que puedo compartir y aportar mi experiencia y ganas para que los jóvenes se motiven a buscar las herramientas que necesiten para convertirse en profesionistas de éxito, en seres humanos excepcionales y en ciudadanos responsables y comprometidos con la sociedad a la que se deben.
En base a lo anterior, puedo reflexionar que el trabajo con jóvenes de Educación Media Superior tiene mucho significado para mí, ya que es una labor que exige una autoactualización constante y no sólo en teorías y paradigmas, sino también en los contextos sociales y culturales en los que se desenvuelven mis estudiantes para lograr cumplir con el objetivo de comprenderlos –lenguaje, expresiones, manifestaciones artísticas- y ser empático con sus necesidades y aspiraciones.
Me ha satisfecho el encontrar a alumnos egresados desempeñándose en puestos gerenciales dentro del contexto local, así como saber que mis alumnos egresaron a universidades públicas y privadas siendo de los más altos puntajes, y que sus desempeños oscilan entre bueno y excelente. Sin embargo, entre las sombras de mi trabajo, puedo enumerar tres básicas: el hecho de que los estudiantes deserten por motivos familiares –y más aún cuando lo económico es el detonante-; en segundo, que muchas jóvenes, presionadas por su familia, truncan sus estudios aún cuando tienen el potencial para desarrollarse excelentemente en el ámbito laboral; el tercero consiste en que en ocasiones siento que me hacen falta herramientas para poder obtener más provecho en mi labor, y que mis estudiantes se vean afectados por mi incompetencia. Es este último el que me causa más frustración.

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